Dejar de comer para poder beber alcohol
implica, mucho más que trastornos físicos sino también trastornos mentales
irreparables. El deterioro de las neuronas a causa del alcohol, así como la
pérdida de la conciencia o la distorsión de la realidad (verse
gorda cuando se está muy delgada, conductas violentas o aislamiento social) suponen graves peligros para la
persona que los padece.
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