Quienes
padecen anorexia nerviosa presentan un
aumento en la actividad química que se realiza en determinados sectores del
cerebro, sectores donde se controlan las sensaciones relacionadas con la
satisfacción, una percepción errónea de la imagen provoca a los enfermos que
vean lo que no es realidad, un exceso de peso inexistente.
Lo peor de este trastorno es que privar al cerebro de una nutrición adecuada a la vez que se consumen grandes volúmenes de alcohol puede "provocar problemas cognitivos a corto y largo plazo, incluyendo dificultad de concentración, pérdida de la capacidad de estudiar y problemas a la hora de tomar decisiones", explica Osborne. Además, quienes sufren esta enfermedad tienen a comportarse de forma violenta y arriesgada, y a dañar sus órganos vitales a edades tempranas, lo que desemboca en enfermedades crónicas.
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